El pasado 19 de agosto despedimos en nuestro Seminario a Mons. Eduardo. Celebramos la Eucaristía en acción de gracias por su ministerio entre nosotros. Asistieron los sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos, religiosas y seminaristas. Luego de la Misa se inauguró el «Nuevo Archivo Histórico Diocesano» y rezamos a la Virgen en el patio central del Seminario. Posteriormente almorzamos y despedimos al Padre Obispo.

En la Misa, el Rector del Seminario, el padre Ricardo Araya dedicó unas palabras muy elocuentes de despedida que aquí transcribimos:

  • “Hace algunos días observé en la Iglesia Catedral a una mujer anciana y sencilla que leía y releía un afiche que anunciaba tu despedida. Me pareció ver en esa mujer anciana a una madre que despedía y bendecía a su hijo, y a una mujer del Pueblo fiel que despedía a su pastor, a su Obispo, a su padre en la fe. ¿Qué pedimos? Que te puedas despedir como se despide un pastor, con el corazón libre, con la mano puesta en el arado, como alguien que ha tenido la dicha de sembrar y se va confiando en Aquel que da el crecimiento. Como alguien que confía en que “todo sucede para el bien de los que lo aman”. Como alguien que ha ido guardando tantos rostros y nombres que no lo puede contar. Que el Señor de la Buena Muerte de Reducción te proteja de los peligros y amenazas en los caminos de la vida, de la fe y de la misión. Te toca partir justo en el año en que nuestro plan de pastoral nos impulsa a contemplar a María que visita a su prima santa Isabel. Muchas veces preguntaste por la disponibilidad para la misión mas allá de nuestras fronteras y ahora te toca actuar esa disponibilidad en primera persona del singular y del plural: “aquí estoy”, “aquí estamos”.
  • Desde que llegaste nos regalaste el don de tu fe y de tu amabilidad. Nosotros buscábamos recibirte con espíritu de fe. Confiamos que tu corazón de padre sepa disculpar las veces que no supimos responder a tu confianza y amabilidad. Este seminario ha sido enriquecido por tu pastoreo, en continuidad con lo que hicieron nuestros Obispos a lo largo del tiempo. Escuchaste con atención y delicadeza la historia de esta casa, sus tensiones, sus debilidades y sus logros. Promoviste las ove parroquiales, los encuentros de monaguillos, la invitación vocacional a los jóvenes, el encuentro “los jóvenes visitan el seminario”, la atención personal a cada seminarista diocesano. Ordenaste a muchos de los actuales presbíteros, acompañaste la afiliación de los estudios teológicos a la Facultad de Teología de la UCA, procuraste la preparación académica de los profesores y su formación permanente. Como Iglesia diocesana, con el Presbiterio, con el Equipo de formadores hemos sido testigos de tu permanente y delicado trato con este seminario.
  • Como consagrados en la vida presbiteral, en el diaconado permanente y en la vida religiosa, te agradecemos que nos hayas respetado como hijos distintos los unos de los otros, donde cada uno aporta desde lo propio, haciendo de la diferencia una exigencia y una riqueza para todos. Te recordaremos con tu propio carisma en una pequeña y grande historia diocesana. Le pedimos al Espíritu Santo que nos regale un nuevo obispo para que nuestra gente tenga el Pastor que le hace falta aquí y ahora; en este momento pastoral que vive toda la Iglesia, con nuestros actuales desafíos diocesanos. Nos alegrará encontrarte en el camino de la Iglesia, en la celebración de la fe y en la misión. Muchas gracias.”