Este año nuestro Seminario ha cambiado de cara porque se ha renovado la pintura exterior y eso ha sido gracias al aporte generoso de un benefactor que respeta y valora nuestra casa como lugar de silencio, oración y encuentro con Dios. Conocemos un poco más de cerca la vida de Elsio Natali, quien donó los fondos para la pintura de nuestro Seminario.
Elsio Omar Natali vive en Río Cuarto, es casado, padre de cuatro hijos y nos visitó una mañana para contarnos un poco más sobre su vida, vocación y qué lo movilizó a colaborar con nuestra casa.
¿Cómo conociste el Seminario?
“Conocía el Seminario de pasada, yo suelo visitar el Monasterio de las hermanas (de la Visitación) y al pasar veía por fuera que las paredes estaban descuidadas, entonces vine y vi que por dentro estaba bastante arreglado y dije ¿Por qué por fuera no lo está? Y ahí fue cuando se me ocurrió ayudar. Me contaba el padre Sergio que habían pedido colaboración y no habían conseguido, así que me decidí a dar una mano”.
¿De dónde sos?
“Soy de Las Acequias, hice los primeros años en la escuela San Ambrosio de los Salesianos y después nos vinimos con mi familia a vivir a Río Cuarto y aquí termine el secundario, formé familia y ya me instalé acá. Yo pertenezco a la Parroquia Santa Rosa y siempre participo ahí en esa comunidad”.
¿A qué te dedicas?
“Me gusta la vida de campo, paso mucho tiempo en el campo. No tengo drama de soportar el frio, la soledad. En la ciudad puedo estar dos o tres días nomás, me siento encerrado. Me gusta tener animales, criarlos, sembrar y enseñarles a mis hijos”.
¿Cuáles han sido tus experiencias espirituales y vocacionales más fuertes?
“Yo cuando estuve en San Ambrosio, en esos tres años estuve muy cerca de seguir la vocación al sacerdocio. Tenía 15 años, me faltó voluntad o no sé qué y hasta el día de hoy me lo pregunto. Te digo más, si fuera por mí me gustaría en un futuro pasar mi tiempo en un monasterio. Hoy no lo hago por mi familia y mis nietos pero hay algo que me tira de esa vida. A mí me gusta ir a Los Toldos a visitarlo a Mamerto (Menapace) y también solía ir a San Agustín y me encantan esos lugares; el silencio, la vida al aire libre, no me cuesta, me gusta estar solo y meditando como lo hago cuando me voy al campo…(Risas)”.
¿Qué mensaje te gustaría dejarnos?
“El hecho de que yo he sentido esa vocación desde aquella época de adolescencia, es lo que me lleva a tratar de ayudar, colaborar. Uno siempre tiene la satisfacción de que te agradezcan, eso me llena mucho. Trato de estar disponible en todo lo que pueda, eso me hace muy bien. Quiero irme de esta vida y que me recuerden con eso”.