El día 3 de Marzo del 2014, con una profunda acción de gracias a Dios por la vida y el ministerio del Padre Sebastián, lo despedimos de nuestra casa.Quien era formador de nuestra casa, Sebastián Luna, fue designado por su obispo, de la diócesis de Villa María, Parroco de «Nuestra Señora de Lourdes» en Villa María.

Sebastián Luna

con estas Palabras, el Padre Ricardo Araya lo despedía de nuestra:

Hoy se interrumpe una histórica manera de colaborar entre la Diócesis de Villa María y la de Río Cuarto en el equipo de formadores del Seminario de Río Cuarto que comenzó hace 9 años con la venida del P. Andrés Marcos. Aquellos seminaristas ya no están, otros eran los Obispos y en equipo estaban los PP  Roberto Ferrari y Tucho Fernández. Se estaba yendo el P. Muchut, Doña Elena cocinaba. No estaban los seminaristas de San Francisco ni los de la Pampa, tampoco los de la Patagonia. El P. Gustavo Humarán no era Director de Estudios, el P. Eliseo no era formador, tampoco el P. Martín. El P. Juan Giordano no era Vicario General, ni había todavía integrado el equipo de formadores. Sin mencionar el caso de los profesores. No estábamos afiliados a la Facultad de Teología. No había estrictamente Introductorio. Estaba Gerardo y este servidor.

Eras de Bell Ville, del Clero de Villa María,  te habías formado en Rosario.

Cuando llegaste dijimos que te recibíamos en el corazón de nuestra Diócesis. Te esperábamos. Te dábamos la bienvenida y en vos agradecíamos la generosidad de tu Obispo y de tu Presbiterio.

Te invitábamos a construir cada día la espiritualidad de comunión para que también el seminario fuera “una casa y escuela de comunión” con la variedad de carismas y ministerios; en la hora de Aparecida, alentados por las enseñanzas del Papa.

Colaboraste de numerosas maneras como formador y docente; desde el acompañamiento cotidiano de los seminaristas hasta la organización de la cocina; te seguiste formando de muchos modos: leyendo, pensando, rezando, compartiendo y celebrando; realizando el curso de la OSLAM en Colombia, participando de la Escuela de Formadores en Córdoba.

De manera especial quisiera reconocer que formaste parte del Equipo Presbiteral de este Seminario, que te sumaste a una obra común, que asumiste el Proyecto Formativo con iniciativa propia y creatividad.

Compartimos “vida y ministerio”. La tarea nos hizo hermanos y la fraternidad se tradujo en mejor servicio a los seminaristas. No solo compartimos actividades, nos unió un mismo llamado, una misma opción vocacional, unas mismas esperanzas. Nos alegra que puedas continuar como docente y que sientas que esta es también tu casa.

Dios nos concedió protagonizar una pequeña profecía para tiempos futuros. Ahora hacemos memoria agradecida y esperamos discernir para qué Dios quiso que viviéramos esta fraterna y sacerdotal experiencia.

El día 22 de Febrero del corriente año, el Padre Sebastián tomó posesión de la parroquia,  algunos seminaristas junto a los formadores pudieron hacer acto de presencia  en dicho lugar. En las  palabras, el nuevo Párroco agradeció a los formadores y seminaristas por lo vivido y compartido en esta casa. Sus palabras fueron las siguientes:

Buenas noches a todos!

Desde que nuestro obispo me avisó un 20 de enero (memoria del mártir San Sebastián) que me encomendaba la parroquia Ntra. Sra. de Lourdes en Villa María, me han rondado 3 preguntas que me han hecho pensar bastante y quiero compartir con ustedes mi reflexión.

 

¿Qué es una parroquia?

 

Es la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas (EG 28). Eso es lo que estamos llamados a ser, reflejos de la Iglesia que se hace vecina de todos, que camina, trabaja, vive, sufre, ama, perdona y consuela porque somos reunidos por Dios nuestro Padre. Una parroquia, esta parroquia de Lourdes, es para todos nosotros un mensaje de esperanza, Dios nos acompaña.

 

¿Qué es un párroco?

 

Entre tantas cosas, un hermano entre sus hermanos (PO 9). Un compañero de camino en la peregrinación de la fe, puesto por la Iglesia para guiar hacia la presencia de Dios a todos, para acrecentar, alimentar y curar al Pueblo de Dios que el obispo le confía, para mostrar el resplandor y la belleza de la verdad a los que están en la oscuridad.

 

¿Qué hacemos hoy acá? ¿Qué ha pasado?

 

El obispo hoy nos reafirma en nuestro ser parroquia. Por eso nos ha convocado para entregarnos unos a otros, para que nos ayudemos a amar más a Dios, para que nos anunciemos la fe, para que nos cuidemos mutuamente, para que cada uno de nosotros, al modo en que la Iglesia nos propone, respondamos a la vocación de seguir a Jesús. En definitiva para que Dios sea el centro de nuestra vida, de nuestras familias, de nuestra parroquia.

 

Por eso quiero agradecer en primer lugar al obispo que me ha traído hasta ustedes y me ha puesto al servicio de todos. Gracias Monseñor por confiarme estos hermanos en la fe. Gracias también a mis hermanos sacerdotes que hoy nos acompañan, en particular a cuantos me han precedido, por haber dejado parte su vida y su ministerio en cada rincón de esta comunidad.

 

A mi familia, incondicionalmente siempre presente, a mis antiguos feligreses a los que me une la gratitud y el afecto por tantos momentos lindos compartidos. A unos cuántos amigos, algunos venidos de lejos, otros de esta misma ciudad. Muchas gracias por su presencia que tanto me reconforta.

 

Quiero agradecer particularmente al P. Ricardo, al P. Gerardo y al P. Martín Simonassi con quienes he compartido hasta hace muy poco la tarea de acompañar en la formación a los futuros sacerdotes en el seminario de Río Cuarto. Su compañía, su afecto cercano y generoso me ha edificado mucho. Estos fieles de la parroquia de Lourdes son quienes más se van a beneficiar por todo lo aprendido con ustedes. A los seminaristas, que están recién salidos de su retiro anual, a quienes he acompañado durante dos años. Muchas gracias muchachos.

 

Por último, quiero agradecerles a todos ustedes que hoy me reciben. Hay mucho por hacer, mucho por crecer… no sé cómo será, pero tengo una certeza: es Dios quien hoy nos reúne, él nos guía y él nos espera! A nosotros nos tocará caminar unidos, es decir, acompañarnos, aprender a esperarnos, darnos ánimo, consolarnos mutuamente, crecer juntos… en definitiva, ser comunidad!

Confiémonos juntos a la Madre que tanto nos cuida y nos quiere.

Pbro. Sebastián Luna