Según “El don de la vocación presbiteral»

Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis

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PRESENTACIÓN

  • Las presentes líneas son fruto de la experiencia formativa del Seminario Mayor “Jesús Buen Pastor” de la Diócesis “Villa de la Concepción del Río Cuarto” en Argentina. Dicha experiencia lleva algunas décadas de puesta en práctica y es revisada permanentemente.
  • Ahora proponemos una actualización del proyecto formativo entendido como camino de un discípulo llamado a ser pastor según la Nueva Ratio (Cf. RFIS 57). Hemos tenido en cuenta especialmente el “Documento de Aparecida” y la propuesta de “misión continental”, como también la programática “Exhortación apostólica Evangelii Gaudium”.
  • En la elaboración han participado los miembros de varios equipos de formadores de los últimas décadas siguiendo las orientaciones del Magisterio de la Iglesia, de los Obispos Diocesanos; consultando a sacerdotes que colaboran con la formación, a seminaristas y a otros fieles laicos (Cf. RFIS 10).

¿DE QUÉ TRATA EL PROYECTO FORMATIVO?

  • Este proyecto formativo supone una convicción básica: que el proceso formativo específicamente sacerdotal  comienza con el ingreso al Seminario y concluye con la muerte. De este modo se trata de evitar que el joven que ingresa al seminario entienda que la formación acaba cuando egresa del seminario o cuando recibe la ordenación sacerdotal.
  • En cada etapa, señalada por la nueva Ratio, se han establecido objetivos para las cuatro dimensiones de “Pastores Dabo Vobis”. Estos objetivos/metas son acumulativos y progresivos. A continuación se proponen una serie de indicadores, que son conductas observables que pueden ser evaluadas externamente. En estos indicadores están relacionadas de modo práctico las diferentes dimensiones de la formación (Cf. RFIS 89ss). De esta manera se pretende una formación integral, evitando lamentables disociaciones entre las dimensiones (Cf. RFIS 92). Al final, se indican los medios a utilizar a lo largo de la etapa.

¡CRECER EN VIRTUDES Y ACOMPAÑAR PROCESOS!

  • Cada etapa está precedida por algunas virtudes que se procuraran desarrollar particularmente. Evidentemente, esto no excluye el ejercicio de las demás virtudes. Se trata simplemente de subrayar algunas que responden mejor a las características de la etapa, según una pedagogía que “lleve paso a paso” al crecimiento “libre y responsable” (Cf. EG 171).
  • Hay que señalar especialmente que la caridad pastoral es la virtud que rige y engloba todo el proceso formativo, ya que éste se orienta a formar pastores. El seminario prepara pastores llamados a colaborar con la salvación que Dios ofrece y que la Iglesia anuncia con gozo (Cf. EG 113). Y “Evangelii Gaudium” nos recuerda que los “los laicos son simplemente la mayoría inmensa del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados” (102; Cf. 111).
  • Este proyecto esboza sólo los lineamentos generales o comunitarios de la formación. No excluye los procesos personales diferenciados, que pueden exigir acentos diferentes a los que indica una etapa formativa (p. e. “residencia en parroquia”). Tampoco excluye las peculiaridades de cada grupo humano, que al pasar a una nueva etapa podría requerir que se mantenga cierta continuidad con los objetivos o medios propios de una etapa anterior. Estos podrán ser reformulados o complementados al comienzo de cada año con cada grupo que inicie una nueva etapa. De este modo se ayudará a respetar las características propias de ese grupo y a orientar la formación de un modo más participativo y realista.
  • Siempre se supone que el protagonista necesario e insustituible de la formación es cada seminarista, quien fortalece su libertad acogiendo la acción formativa del Espíritu y de las mediaciones humanas (Cf. RFIS 130. 131). Advirtamos que algunos indicadores y medios que se señalan en una etapa en realidad deben estar presentes en todas las etapas pero se indican en una por ser inicial, o porque adquieren una importancia particular en conexión con el objetivo de una determinada etapa. Por ejemplo, es evidente que la dirección espiritual ha de estar presente siempre. El discernimiento vocacional, que se cierra básicamente en la etapa propedéutica, y definitivamente en la etapa pastoral, en realidad se supone en todas las etapas de la formación inicial.

¿CUÁL ES LA FINALIDAD DE LA FORMACIÓN INICIAL?

  • El Seminario Mayor, comunidad apostólica formativa (Cf. RFIS 52), tiene como finalidad preparar hombres discípulos y pastores misioneros, configurados con Cristo (Cf. RFIS 35) en un pueblo de discípulos y misioneros por el bautismo (Cf. EG 120. 122. 139).
  • Si “hoy la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera” (EG 127), la formación de los presbíteros ha de encontrar en la misión el “fin y el horizonte”, “el hilo conductor (Cf. Mc3, 13-14) que une las dimensiones” (RIFS 91).
  • Si toda actividad habitual en la Iglesia ha de ser puesta en clave misionera, la formación inicial ha de asumir decididamente la “misión continental”.

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